A lo largo de mi carrera profesional, he ido formándome y desarrollándome como terapeuta según he ido observando las necesidades de las personas, para así poder ayudarles a alcanzar su máximo desarrollo y bienestar personal.
Me inicie en el mundo de la psicología movida por una sensación e intuición, que con el paso de los años, he podido comprender, nacía de mi necesidad de entenderme y entender el mundo de los que me rodean.
Durante mi formación universitaria, pude aprender y formar una base que, al terminarla, me di cuenta que era solo el principio de un camino por recorrer. Dentro de los distintos ámbitos en los cuales la psicología puede desarrollarse, la parte de su aplicación al bien estar y salud mental era la que entendía podía ayudarme a potenciar esa vertiente en la que deseaba aplicar mi aprendizaje. Por ello decidí meterme de lleno en el mundo de la psicología clínica. Entender la mente insana me ayudaría y daría más claves para poder ayudar a sanarla.
Desde ahí, la formación en una corriente especifica como es la cognitivo conductual, sentó las bases del entendimiento de la conducta humana, que aunque insuficiente, suponía un gran punto de partida. Según profundizas en la vida de las personas y en la mente, compruebas más lo complejo del cerebro y su maquinaria. Solo desde dentro entiendes que nuestro gran cerebro racional no es nada sin su gran complementario, el emocional. Trabajar sin incluirlo en el proceso terapéutico es dejarnos la mitad fuera, por lo que la formación en diversas técnicas de procesamiento emocional como el EMDR, suponen un pilar fundamental para mí a la hora de ayudar a las personas a superar trauma, entender sus relaciones, procesar y digerir dolor entre otras muchas cosas. Inicie entonces la formación en apego, disociación y trauma, que suponen un gran mapa que me ayuda a trazar la ruta de la comprensión de la mente humana y su forma de interaccionar con el mundo.
La posibilidad de poder aplicar todos estos conocimientos, no solo en la ayuda al crecimiento y bienestar de las personas, sino en cualquier ámbito de su vida que les pueda afectar, es de donde nace mi formación en psicología forense. Rama de la psicología que se aplica en los procesos judiciales para ayudar a entender el comportamiento humano y arrojar luz en el proceso ayudando así a la resolución del mismo.
Las personas tenemos una enorme capacidad de recuperación y resiliencia que está en constante movimiento. Por ello la formación continua es uno de nuestros mayores compromisos.